Casita nevada

Holaaa blogcito! he aquí un pequeño texto que escribí hace un tiempo, uno de esos escritos que se me ocurren sin alguna razón en especial y sobre cosas medias triztonas, aunque bueno ultimamente me pasa que cada vez que se me ocurre redactar alguna historia, me resultan muy melancólicas. Pensé.. tal vez hay algo en mi que se siente así, pero como suelo negar la mayoría de mis sentimientos, no lo veo de esa forma. En fin... ojala alguien se anime a leer ^^.

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Little white touch...


Se supone que la cura llegaría en camino, he esperado todo este tiempo para conocer a dicho científico quién trabajaba en ello. Él me mencionó en una de las tantas cartas que me enviaba que no descansaba, ni día ni noche para lograr la formula exacta que curara mi agonía, yo, admirada por la dedicación, la simpleza y la humildad de este personaje soñaba en su importante llegada. Lo imaginaba con barba, cabello largo y bien cuidado, de traje y corbata, con un maletín de cuero castaño y zapatos bien lustrados, sonriente y sin descanso. Mientras en mi habitación me cobijaba con la espera de dicho médico, siempre quize aprender las ciencias de la medicina, trabajar con anhelo cuidando gente malherida, curando sus tristezas y llanto, mostrando cuanto futuro hay por delante y cuan enorme es el camino a recorrer... Todo aquello que nadie logró enseñarme.

Pasaban y pasaban los días, meses y mi cuerpo se debilitaba lentamente, el frío congelaba mis manos y la leña poco a poco se terminaba... La nieve cubría el techo y los marcos de las ventanas sin dejar entrar los pequeños y cortos rayos de sol del día lo cual provocaba que el frío se apoderara de la morada.

Y así fue pasando el invierno y la nieve caía y caía y con ella mis esperanzas, que se perdían en la nostalgía de mi soledad, sabía que mi enfermedad me consumía y las cartas que tanto esperaba día a día de pronto no aparecieron más... Quize pensar en que el mensajero ya no pasaría por estos lugares tan desiertos y fríos o que se acobardó debido a las enormes tormetas de nieve, pero aún así había una parte en mi que sabía que nunca más volvería a tener una carta del único ser el cual me brindaba fe para seguir luchando.

Un día desperté agitada de un terrible sueño, sentía que todo giraba a mi alrededor a una velocidad enorme, los rayos de sol aparecían lentamente tras las montañas e iluminaban mi rostro como si estuviesen llamándome con suavidad, me levante con sumo cuidado de la cama, pues mis piernas ya no respondían como antes, me era difícil caminar sin tener que apoyarme en algún lado. Tenía casi como un presentimiento, el cual me decía que debía salir de la casa. Me costaba de gran manera equilibrarme para no caer. Al abrir la puerta sentí cómo mi cuerpo era iluminado y la nieve estaba lisa como si hubiese sido moldeada por manos divinas, los arboles estaban completamente blancos como pintados con suaves acuarelas. Por un instante pensé que todo era un lindo sueño de definidas imágenes, hasta que logro observar hacia la distancia la silueta de un hombre a caballo, cabalgaba tan rápido y cada vez se iba acercando más. Mi vista comenzaba a nublarse y de pronto una extraña sensación de calor recorre mi cuerpo. Logro distinguir un hombre que se baja con cautela del animal, ¿quién es? ¿es acaso....?. Me armé de valor y traté, sin éxito, de correr hacia él, pero mis débiles piernas no resistieron aquel esfuerzo y caí de rodillas. La ilusoria imagen de aquel que anhelaba ver, quien siempre se aparecía en mis sueños - ¿Es que acaso, viniste a sanarme? - Y Sin responder me toma en sus brazos.
La nieve cae y cae cubriendo mi rostro, se siente tan suave, tan delicada

Tan... alegre por saber que ese día fuiste por mí.
Tan Trizte a la vez pues aquel mismo día una oscura y esqueletica mano tocó mi corazón y los rayos de sol dejaron de iluminar mi débil y aquejado cuerpo...
Lentamente cerraba mis ojos, entrando en un sueño obligatorio, tanto había esperado por aquel momento....

Descansa en paz querida compañera, que ya estas curada.~